¿Ancla o catapulta? Las imprevistas consecuencias del allanamiento a Trump que pueden poner en apuros a los demócratas
El allanamiento por parte del Buró Federal de Investigaciones (FBI) a la vivienda del expresidente de Estados Unidos Donald J. Trump en Mar-a-Lago, Florida, revive la preocupación pública por el posicionamiento del personaje, sus opciones reales para el 2024 y los intentos jurídicos que llevarán a cabo los demócratas para inhabilitarlo políticamente.
Al fin y al cabo, su judicialización, legítima o no, es lo que se está fraguando hace años, hasta ahora sin éxito. No obstante, podría tener efectos inversos de los que esperan sus detractores.
La jugada demócrata
El gobierno demócrata está moviendo fichas en varios tableros de manera acelerada.
Mientras en el plano geopolítico está abriendo peligrosos flancos en Ucrania y Taiwán, en el ámbito interno está acechando a su principal contendiente y busca, por medio de acciones judiciales, sacarlo del camino electoral, esto es, imputarlo. Para lograrlo, legisladores y fiscales han abierto varias investigaciones en su contra por el asalto al Capitolio en enero de 2021, por extracción de información confidencial y por mal manejo en su empresa.
El tema es que Trump no es un adversario fácil. Es un líder político que utiliza el populismo para lograr sus objetivos y tiene al menos tres grandes pilares que le sostienen: un voto popular impresionante que creció durante su mandato, una Corte Suprema que le respalda (y le debe su mayoría conservadora) y un Partido Republicano muy unido en torno a su figura.
A pesar del terremoto que representó su desconocimiento del resultado electoral de 2020, así como el asedio al Congreso, que causó varias muertes, heridos y el tambaleo de la democracia en EE.UU., Trump no ha enfrentado escollos con la magnitud suficiente para poner en riesgo su nueva carrera presidencial.
Por lo pronto, el republicano tiene bases sólidas que aún sostienen sus probabilidades de volver a la Casa Blanca.
El voto popular a Trump
En la campaña electoral de 2020, los medios de comunicación y el establecimiento político, incluyendo grandes figuras republicanas, se articularon en un 'anti trumpismo' que –junto al levantamiento contra el racismo de 2020– hizo reaccionar a las mayorías para asistir masivamente a las urnas y darle la victoria a su adversario, el actual presidente Joe Biden.
Pero este resultado significativo no debe ocultar el crecimiento electoral de Trump, gracias a su gestión populista y belicosa, que pasó de 62 millones de votos en las presidenciales de 2016 a 74 millones en las de 2020.
Es decir, en medio de su convulsionada administración, logró aumentar 12 millones de votos. Esos datos permiten concluir que su potencia interpeladora sobre el electorado conservador sí logró ser efectiva.
Por su parte, la gestión de Biden está empantanada porque no cuenta con fuerzas suficientes en el Congreso y tampoco tiene una Corte Suprema que le favorezca.
Trump, en medio de su convulsionada administración, logró aumentar 12 millones de votos. Esos datos permiten concluir que su potencia interpeladora sobre el electorado conservador sí logró ser efectiva.
Aunque la administración Biden puede verse fortalecida electoralmente con sus últimas jugadas geopolíticas, arrebatándole a los republicanos sus discursos 'antichinos' y 'antirusos', y dividiendo a sus adversarios a la hora de valorar la política exterior de la gestión demócrata, en el plano interno la situación es distinta.
Como suele pensarse en momentos agitados, "los tiempos pasados siempre fueron mejores". Esa idea resuena especialmente cuando la inflación y la "recesión técnica" hacen que la economía presione al electorado e influya a la hora de tomar una decisión política. Tal como está ocurriendo este 2022.
Entonces Trump, quien ha venido asegurándose su reelección como candidato republicano, sale nuevamente al ruedo en medio del escándalo de ser el primer expresidente allanado en la historia del país.
Pero los escándalos, se ha comprobado, no bajan su popularidad, al contrario, pueden convertirle en una amenaza real para los demócratas que aun deben decidir su candidatura.
Respaldo en la Corte
El otro pilar con el que cuenta Donald Trump es el respaldo de la Corte Suprema. Durante su mandato, por cosas del azar y la muerte de la jueza progresista Ruth Bader Ginsburg, el expresidente y su partido pudieron darle un vuelco a la correlación de fuerzas internas en el alto tribunal, lo que todavía está arrojando cambios importantes en la sociedad estadounidense, como con la reciente derogación del aborto.
El tercer pilar es el equilibrio legislativo existente, ya que sería difícil para cualquier intento de enjuiciamiento conseguir una mayoría sólida en el Congreso. Hay que recordar que la presidenta de la cámara de representantes, Nancy Pelosi, intentó en dos oportunidades hacerle un 'impeachment', sin éxito.
Así que no es descabellado que por esa vía los demócratas fracasen nuevamente.
¿Un nuevo Watergate?
Después del allanamiento de esta semana, la prensa demócrata trató de relacionar la situación con el Watergate, ese escándalo que obligó a Richard Nixon a renunciar en 1974. Sin embargo, el recordatorio del hecho y su actual comparación podría más bien beneficiar a Trump.
Primero, este tipo de pleito fortalece la retórica de Trump, un hombre sobre todo mediático y controversial. Segundo, a diferencia de aquel momento, los republicanos, senadores y congresistas, actualmente respaldan y reproducen el discurso de su líder.
Luego de la penosa 'toma del Capitolio', los republicanos han intentado pasar la página del hecho y así favorecer el reconocimiento a Trump, quien es un portaviones electoral.
Este tipo de pleitos fortalecen la retórica de Trump, un hombre sobre todo mediático y controversial. Además, a diferencia de los tiempos del Watergate, los republicanos, senadores y congresistas, actualmente respaldan y reproducen el discurso de su líder.
Habría que recordar que en los tiempos del Watergate, el voto de los congresistas fue unánime y el partido republicano se plegó a las denuncias contra su líder. Ese no parece ser el caso actual debido a la cohesión que ha logrado el empresario en el seno de ese espacio político.
Incluso, si lograran por alguna razón dividir la estructura partidista debido a alguna prueba irrefutable, todavía la instancia de la Corte sigue siendo un escenario favorable a Trump para bloquear cualquier intento de dejarlo por fuera de la carrera presidencial.
Por todos estos datos, que demuestran su fortaleza política, se comprende que las vías institucionales no son tan expeditas para frenarle su carrera. ¿Qué podrían hacer entonces los demócratas para sacarse ese 'dolor de cabeza'?
Investigaciones a Trump
Con el allanamiento de esta semana a su residencia en Florida, las investigaciones que se le venían abriendo Trump salen de los escritorios de la burocracia y se vuelven espectáculo, se convierten en acontecimientos que pueden provocar dos cosas: la criminalización del expresidente para poder enjuiciarlo con respaldo mediático o su impulso final para asegurar la candidatura republicana, que posteriormente le permita vencer en noviembre de 2024.
No estamos en presencia de un escándalo en el que el sujeto de señalamiento deba estar a la defensiva, como ocurrió con el Watergate o el caso Lewinsky, sino por el contrario, una controversia que favorece la belicosidad de Trump y alimenta todo su relato de un 'Estado profundo' que le persigue, mientras "no toca a los corruptos del entorno de Biden".
Así que, llevar los procesos judiciales en su contra a la palestra mediática es un acto temerario que podría producir el efecto contrario, victimizar al señalado e incrementar el voto republicano.
Cualquiera de estos dos escenarios hoy lucen posibles, lo que contrasta con aquellos comienzos de 2021 cuando "el mundo se le venía encima" y su carrera política podría haber acabado al salir de su cargo de presidente, ya que desconoció el triunfo de Biden y no condenó la irregular toma del Congreso.
Un año y medio más tarde, la situación en torno a él luce más ponderada y, ante los desaciertos de Biden, vuelve a figurar como un presidenciable con altas probabilidades.
Quizá por ello, su nueva irrupción en la política va acompañada no de una, sino varias investigaciones penales.
La toma del capitolio del 6 de enero de 2021, la sustracción de material confidencial de la Casa Blanca y la propia Organización Trump, han sido objeto de investigaciones abiertas que apuntan al expresidente. El allanamiento busca un hallazgo que pueda cambiar la posición actual de los republicanos.
Cualquier prueba podría ser la punta de lanza de la estrategia demócrata. Pero eso no necesariamente significa un triunfo seguro en su contra. Además, esto no amilana al trumpismo.
Lo que algunos han llamado "la gran mentira", que es el discurso paranoide de que Biden perdió las presidenciales de 2020, se alimenta ahora por la victimización con la que se denuncia esta "persecución" en contra de su líder por parte del status quo, su eterno enemigo, al que logró derrotar en 2016.
Trump vuelve a la palestra y eso es algo que le gusta y le ha salido bien en su vida empresarial, política y mediática. Por su parte, la cancha se le achica a los demócratas.
Las elecciones de medio término ocurrirán dentro de tres meses, y allí se actualizará la correlación de fuerzas.
Entonces sabremos cual de los escenarios se proyecta con más probabilidades para las presidenciales de 2024.
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