Escenas del periodismo mexicano: de las violencias contra los trabajadores de prensa a la hipocresía de los privilegiados
*El 10 de enero de este año, el periodista José Luis Gamboa es asesinado en la calle. Desconocidos lo matan a cuchilladas en Veracruz. El 17 de enero, el periodista Margarito Martínez es ejecutado en Tijuana. Seis días más tarde, en la misma ciudad matan a tiros a la periodista Lourdes Maldonado. El 31 de enero tirotean al periodista Roberto Toledo, en Michoacán. El 10 de febrero, acribillan al periodista Heber López Vázquez en Oaxaca.
*Son los cinco primeros periodistas asesinados en México en lo que va de 2022. Y sabemos que no serán los últimos. Ya hay, por lo menos, 150 víctimas de medios de comunicación de todos los estados. Por eso es el país más peligroso para ejercer el periodismo.
*Latinus y Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, dos portales opositores al presidente Andrés Manuel López Obrador, publican un reportaje que sugiere que uno de sus hijos podría estar involucrado en conflictos de intereses. La investigación genera sospechas desde el principio por su falta de solidez y porque ambos portales tienen una evidente agenda política y son dirigidos por personajes que recién en este Gobierno se preocupan por la corrupción. Sus propósitos están muy alejados de un genuino interés público.
*El presidente se lanza al ataque. Denuesta a los dos medios y a los periodistas que publican o retoman la denuncia. Exige, de nuevo, que los periodistas elijamos estar con él o en su contra (no hay más opciones). Que lo declaremos públicamente y que digamos cuánto ganamos y quiénes nos pagan. Refuerza así la estigmatización contra la prensa que ha promovido desde que comenzó a gobernar, hace ya más de tres años. Sus seguidores, como siempre, insultan y califican de "neoliberales" y "chayoteros" (corruptos) a todo aquel que ose cuestionarlo y que advierta lo peligroso que es su discurso.
*El presidente ataca durante días a Carmen Aristegui, una de las periodistas que ha sufrido algunos de los casos más graves de censura en México durante anteriores gobiernos. López Obrador la acusa de haberse "derechizado", de haberlo "engañado". Los seguidores del oficialismo convocan a dejar de escucharla. En redes y en medios de comunicación se debate intensamente si Aristegui es o no es "conservadora" y equiparan su poder (es una de las comunicadoras más influyentes del país) con el del presidente.
*En una clara muestra de abuso de poder que distorsiona el debate sobre el periodismo en México, López Obrador revela en su conferencia de prensa los supuestos y multimillonarios ingresos de Carlos Loret de Mola, creador de uno de los medios que publicó el reportaje contra su hijo. Lo hace de manera irresponsable e ilegal, ya que la ley protege los datos de todos los ciudadanos. Incluso (aunque muchos preferirían que no fuera así) los de aquellos con las que no coincidimos política ni profesional ni personalmente.
*López Obrador no dice de dónde sacó la información del salario de Loret de Mola. Peor: advierte que le pedirá al Servicio de Administración Tributaria que los confirme. Luego exige que sea el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales. La ley no lo permite, pero el presidente no lo entiende. Insiste en violentar derechos.
El caos es total
*Estalla una discusión social inédita y peligrosa sobre el periodismo. Periodistas obsecuentes justifican las barbaridades del presidente, destilan ínfulas de superioridad moral e insultan a todo aquel que no esté de acuerdo con ellos. Periodistas opositores se convierten en inesperados adalidades de la libertad de prensa. Aprovechan para sobreactuar, denunciar que México es "una dictadura" y vaticinar que es "el principio del fin" para López Obrador. Los extremos se imponen a los gritos y descalificaciones. Otros periodistas más mesurados reconocen que López Obrador se equivocó, pero advierten que no hay que perder de vista que los poderes económicos y mediáticos tienen tanto peso (y a veces más) que el propio presidente. Es cierto, pero nada de ello le resta responsabilidad a López Obrador.
*Con su estrategia, el presidente habilita la victimización de un periodista multimillonario que acapara espacios en diarios, canales de televisión, radios y portales y que tiene millones de seguidores, que es parte de la élite mediática y ha protagonizado algunos de los capítulos más deplorables y vergonzosos de la historia del periodismo. Como es previsible, Loret de Mola obtiene una defensa masiva y corporativa por parte de ese universo de medios y comunicadores que trabajan en pos de sus intereses personales, no de la ciudadanía, ni siquiera del resto de los periodistas.
*La hipocresía se impone. En favor de Loret de Mola se unen periodistas privilegiados, influyentes, que siempre se sujetaron a los gobiernos priístas y panistas, que se hicieron amigos de poderosos empresarios y políticos corruptos. Son tan famosos y tienen tantos medios a su alcance que su repercusión a nivel nacional e internacional está garantizada. Él mismo Loret es columnista del Whashington Post, el influyente medio no duda en pedirle a Joe Biden que condene a López Obrador. Se vale todo.
*En el colmo del cinismo, a los periodistas opositores se les suman políticos como Felipe Calderón, el expresidente que inició la guerra narco que sumió al país en un baño de sangre, el mismo que debería estar siendo juzgado por crímenes de lesa humanidad y que durante su Gobierno persiguió a periodistas.
*Durante varios días hay guerra de hashtags. Del "todos somos Loret" a "todos somos López Obrador"; de "Renuncia AMLO" a "AMLO, no estás solo", "AMLO, el mejor presidente del mundo" y "golpistas".
*La pelea de López Obrador y Loret de Mola opaca los asesinatos de periodistas y la violencia sistemática de la que son víctimas los trabajadores de prensa en todo el país.
La inequidad es más que evidente
*Según López Obrador, Loret de Mola gana 1,7 millones de dólares al año. La cifra, aun no comprobada, no es improbable, porque ya sabemos que la exestrella de Televisa forma parte de los periodistas más acaudalados, de esos que tienen mansiones, autos exclusivos, guardaespaldas y protección mediática garantizada.
*Ese puñado de privilegiados contrasta con la inmensa mayoría de los trabajadores de prensa de un país en el que la precarización es la norma, en donde a los comunicadores de los estados (que son los que enfrentan mayores riesgos) les pagan salarios de 200, 300 dólares mensuales; o de uno a cinco dólares por una nota o foto si son freelances. No tienen prestaciones ni protección alguna por parte de las empresas que los contratan.
*"A veces no recibimos ingresos ni paga alguna porque los medios que nos publican no tienen recursos y apenas sobrevive su equipo en la redacción. A veces conseguimos una beca, cada vez más peleadas porque mucho del periodismo de largo aliento se está financiando así. Conozco a una maravillosa reportera en Nayarit que hace gelatinas para completar el ingreso del mes. Otra trabaja haciendo repartos. Una más hace velas. Un tiempo vendí pan casero. Quienes somos freelance, sobre todo, hacemos periodismo por pura terquedad, no por los ingresos", cuenta en Twitter la periodista Wendy Selene Pérez.
*Con todos esos periodistas precarizados, los comunicadores millonarios que hoy se victimizan jamás se han solidarizado. Mucho menos los han contratado en mejores condiciones ni denunciaron ni se preocuparon por los colegas asesinados, desaparecidos, amenazados, desplazados.
*El portal Lado B, nacido hace 10 años en Puebla como un medio autogestionado e independiente, anuncia "una pausa". No hay financiamiento. Encontrar recursos para el buen periodismo es una odisea. A veces, una utopía. Claro que eso no les pasa a Loret de Mola y a otros empresarios de medios que tienen la garantía de patrocinios millonarios. Incluso los que, en algunos casos, les otorga el Gobierno.
*Se realiza una movilización nacional de periodistas contra la violencia. Una más, como las que se vienen haciendo desde 2010. Hay protestas por lo menos en 18 estados. En la Ciudad de México, los periodistas se manifiestan frente a la Secretaria de Gobernación. Colocan fotos de los cinco colegas asesinados este año y de otras víctimas como Miroslava Breach, Javier Valdez y Rubén Espinosa. Hay velas y pancartas: "La explotación laboral mata periodistas", "No más violencia contra periodistas", "No se mata la verdad matando periodistas", "El Estado no me cuida, me mata", "Frente a sus balas, nuestras palabras". "Somos prensa, no disparen". "No al silencio". "Periodismo en riesgo".
*Decenas de periodistas que cubren la Cámara de Diputados protestan contra la violencia que padece el gremio. Al grito de: "Nos queremos vivos" y con el puño en alto, le dan la espalda a uno de los diputados de la bancada oficialista mientras habla en sesión plenaria. En la Cámara de Senadores, los periodistas abandonan una conferencia de legisladores que defienden a López Obrador.
*La conferencia del presidente es, una vez más, escenario de la polarización, de las divisiones en el gremio. Una periodista le da la razón al presidente y le dice que hay "un golpe blando" en contra de su Gobierno. Otro le avisa que no harán más preguntas para sumarse a las protestas por la incesante violencia.
*En los extremos de esta discusión, cada bando incentiva las agresiones hacia los periodistas que no están de su lado. Se ponen en duda o se distorsionan valores democráticos como la libertad de prensa y el derecho a la información. Se llega al extremo de tener que explicar por qué los asesinatos de periodistas horadan a una sociedad (y no es porque creamos que el Estado nos debe proteger más que al resto de la ciudadanía).
*Se profundizan los recelos, los debates, los pleitos, las acusaciones entre periodistas. Cada vez se aleja o se complica más la posibilidad de dialogar y disentir sin que ello implique una descalificación definitiva en medio de la emergencia que hay y que culmina en cada asesinato.
*Mientras el presidente incentiva esta pelea, el periodismo sigue en peligro, precarizado y amenazado, sin una solución a la vista. Con un López Obrador empeñado en acusar y polarizar, y periodistas oportunistas que ansían sacar rédito político y económico. Nada de eso es lo que necesita un país que hace tanto está sangrando por todos lados.
Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.