La construcción de 5 presas en la Patagonia desata un torrente de protestas en Chile
"El agua no se vende". Este es el lema que une a los miles de manifestantes chilenos que la noche del viernes volvieron a tomar las calles de Santiago para mostrar su rechazo a la aprobación del megaproyecto HidroAysén que prevé la construcción de cinco presas en La Patagonia.
Desde que la iniciativa obtuvo el visto bueno del Parlamento a principios de mayo, las manifestaciones no han cesado. Jóvenes, adultos, niños y defensores del medio ambiente convocan marchas multitudinarias para "responder a la decisión del Ejecutivo de sacrificar la Patagonia". Los manifestantes están dispuestos a llevar la protesta hasta sus últimas consecuencias y ya amenazan con un paro nacional.
"Si Piñera no escucha el clamor de la ciudadanía, si quiere esas represas, si desea sacrificar los intereses de Chile en favor de las transnacionales, el pueblo chileno sabrá reaccionar", señaló un dirigente ecologista.
Hidroaysén ¿una medida para evitar un apagón?
El proyecto, impulsado por la filial de la empresa española Endesa y la compañía chilena Colbún, incluye cinco centrales hidroeléctricas en los ríos Baker y Pascua, ubicadas en la región de Aysén, en el sur del país. Se calcula que el complejo tendrá una potencia de 2.750 megavatios, equivalente al de tres reactores nucleares. Hasta el momento se trata de la obra más importante emprendido en Chile, con una inversión estimada de unos 3.200 millones de dólares. El plan prevé el tendido de una línea de alimentación eléctrica que alcance al Sistema Interconectado Central (SIC), de tal forma que la energía llegue de la región de Aysén hasta Santiago.
El proyecto cuenta con un amplio respaldo del gobierno, entre otras razones porque se prevé que duplique la matriz energética (la producción total de energía) para el año 2020.
El presidente chileno, Sebastián Piñera, asegura que se trata de la mejor alternativa posible para satisfacer la demanda energética del país. “Si queremos crecer al 6% en los próximos 10 años necesitamos tanta capacidad para generar energía como en toda la historia anterior de nuestro país”, señaló. El mandatario reconoce que en este momento Chile no vive una crisis energética, pero apunta que podría darse esa situación si no se crean nuevas formas de producción de energía.
Según el gerente de Hidroaysén, Daniel Fernández, la construcción favorecerá el desarrollo de la región, ya que está prevista la creación de 5.000 puestos de trabajo, así como la mejora de la infraestructura y el fomento del comercio. Según Fernández, todos estos factores deben impulsar el flujo turístico a la zona.
Rechazo de la población
Pese a las ventajas que apuntan las autoridades, la iniciativa no goza del apoyo de la ciudadanía. Diferentes sondeos señalan que un 74% de la población rechaza la construcción de Hidroaysén. El impacto ambiental y social es la principal razón del repudio masivo.
Aysén es reconocida por ser una de las últimas zonas del país apenas afectada por la acción del hombre. Algunos lugares jamás han sido vistos por nadie, por lo que goza del título de Reserva de Vida.
Se estima que el complejo inundaría casi 6.000 hectáreas de reservas naturales, afectando a varios parques nacionales, humedales, y áreas prioritarias de conservación de la naturaleza. Para transmitir la electricidad se construirán líneas de alta tensión a lo largo de 2.000 kilómetros. Parte de la muralla de la central Baker 2 pasará por el Parque Nacional Laguna San Rafael, causando un daño visual irreversible. Con los embalses la imagen primigenia de la zona quedará destruida, lo que afectará al sector turístico, advierten los ecologistas.
Los analistas advierten del fuerte imacto social que conllevará la obra: la llegada de 5.000 trabajadores del norte a esta zona tan poco habitada afectará a varias comunidades mapuche y a pequeñas comunas como Cochrane (con unos 4.000 habitantes).
¿Proyecto responsable?
En su página web Hidroaysén señala que el proyecto es sostenible y que estará "implementado y operado de una forma social y ambientalmente responsable, en armonía con las comunidades de la Región de Aysén, sin limitar las posibilidades de desarrollo de las generaciones futuras". Además se asegura que la iniciativa es "compatible con otras actividades económicas tales como el turismo, la producción forestal, los servicios, la construcción, la pesca y la ganadería, entre otras".
Pero los manifestantes no se creen los informes oficiales y aseguran que al oponerse a Hidroaysén lo que hacen es luchar contra un modelo de crecimiento económico basado en la agresión de la naturaleza.