El osito de las Olimpíadas en la URSS es mundialmente conocido
Hace 30 años en Moscú se celebró la solemne ceremonia de clausura de los primeros Juegos Olímpicos en la Unión Soviética. Hasta hoy día, muchos recuerdan al osito sonriente que se convirtió en el símbolo del evento. El 3 de agosto de 1980, millones de personas se despedían de los Juegos con lágrimas en los ojos.
Misha se convirtió en una de las mascotas más recordadas de los Juegos Olímpicos. Su autor, Víctor Chizhikov, evoca ese evento como si no hubiera pasado tanto tiempo y nos explica porqué su oso tuvo tanto éxito: “Los símbolos de la época eran la hoz y el martillo o las imágenes de Lenin. De repente apareció un osito sonriente, mirándote directamente a los ojos y deseándote todo lo mejor. En esos tiempos no existía nada parecido y por eso le querían tanto."
Pero en las olimpiadas en Moscú no sólo hubo momentos felices. Esos juegos troncaron los sueños de centenares de deportistas de países occidentales. En enero de 1980, el presidente estadounidense Jimmy Karter decidió boicotear los Juegos por la intervención soviética en Afganistán y convenció a 64 países más a seguir su ejemplo.
La esperada batalla entre el nadador americano Brian Goodell y el ruso Vladímir Salnikov nunca ocurrió. Salnikov ganó tres medallas de oro y se convirtió en el primer hombre en la historia en bajar la barrera de los 15 minutos en los 1.500 metros libres. Brian nunca perdonó a su país por esta oportunidad perdida.
El campeón ruso recuerda que las pasiones ardían a lo máximo, pero, desgraciadamente el duelo no tuvo lugar y no era tan difícil ganar; sin embargo, batir un record sí que era difícil. Esos Juegos mostraron que todo era posible y que, si quería, la Unión Soviética podía hacer cualquier cosa.
La URRS no solo no dio marcha atrás, sino que centró todos sus esfuerzos para hacer de la cita olímpica la más bonita de la historia.
Aparte de la nueva terminal del aeropuerto, los nuevos estadios y una torre televisiva desde la que 100 periodistas extranjeros transmitían en directo, las tiendas se llenaron de productos capitalistas. Gracias a este grandioso evento los soviéticos por primera vez saborearon la Coca-Cola. McDonalds también intentó entrar a este mercado cerrado, pero los moscovitas tuvieron que esperar 10 años más para poder degustar sus famosas hamburguesas.
Los miles de extranjeros que visitaron el país no dejaban de sorprenderse. Las autoridades soviéticas procuraron limpiar las calles, pero no solo de basura, sino también de mendigos, ladrones y toda la gente que pudiera dar una mala imagen del país. Les estaba prohibido acercarse a una distancia de 101 kilómetros de Moscú.
El impacto de los Juegos de verano en Moscú fue tan grande que algunos padres les pusieran como nombre "Olimpiada" a sus hijas nacidas en el 80. Según los moscovitas que recuerdan esos tiempos, todo el país vivía por este evento, todos participaban en los preparativos y esperaban un milagro.
En 1980, el fuego olímpico por primera vez ardió en un país socialista. El 3 de agosto de ese año se apagó y se llevó el sentimiento de libertad y unidad con el resto del mundo que representaba. Pero también dejó la esperanza de que algun día volvería a ser encendido.
Estos sueños se han hecho realidad. Esta vez Rusia será la anfitriona de los Juegos Olímpicos de Invierno que tendrán lugar en la ciudad sureña de Sochi. El enorme trabajo de la gente y el dinero invertido en el evento prometen convertirlo en un gran triunfo de la organización. Pero, el éxito de los Juegos del año 80 se lo está poniendo bastante difícil.