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La mandíbula y testigos presenciales: archivos rusos desmontan el mito de la fuga de Hitler

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Nuevos documentos desclasificados por el Servicio Federal de Seguridad ruso sobre las circunstancias de la muerte de Hitler proporcionan detalles adicionales prestados por el ayuda de cámara del dictador nazi, quien fue el primero en ver su cadáver.
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En un fondo de acero y cajas numeradas, en el archivo central del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB), se conserva uno de los testimonios materiales más elocuentes del siglo XX: la mandíbula de Adolf Hitler. Entre piezas doradas, prótesis y dientes ennegrecidos por el fuego, estos fragmentos óseos han resistido el paso de las décadas mientras a su alrededor florecían teorías de fuga y supervivencia.

Hoy, tras la desclasificación de nuevos documentos soviéticos, Moscú vuelve a desmontar cualquier versión conspirativa y confirma, con material probatorio, que Hitler se suicidó el 30 de abril de 1945 en su búnker de la Cancillería del Reich.

La prueba material que sepultó el mito

La mandíbula —custodiada por el FSB— y un trozo de cráneo depositado en el Archivo Estatal ruso son los restos más significativos que se conservan del dictador nazi. Su autenticidad se comprobó mediante la comparación detallada con radiografías tomadas en vida: la coincidencia, indican los informes, es absoluta. Para los investigadores rusos, este hallazgo es la piedra angular que hunde definitivamente la narrativa de un Hitler evadido a Argentina o en cualquier otro refugio.

Los testigos oculares del final

Entre los documentos recientemente abiertos al público se cuentan las declaraciones de Otto Günsche, guardaespaldas personal de Hitler, y Heinz Linge, su ayudante de cámara. Ambos estuvieron presentes en los momentos decisivos:

  • Heinz Linge relató que Eva Braun, ya como esposa del 'führer', había decidido quitarse la vida junto a él si Berlín capitulaba. Afirmó haber visto al doctor Ludwig Stumpfegger entregar personalmente las cápsulas de cianuro al dictador. Según su testimonio, Joseph Goebbels trató de disuadirlo, pero Hitler insistió en que su decisión era irrevocable y reiteró la orden de incinerar su cadáver para evitar que fuera exhibido en Moscú. Linge salió de la habitación, regresó minutos después y fue el primero en ver los dos cuerpos sin vida. Con énfasis, descartó la existencia de ningún doble: "Hitler no tenía un doble y no podía abandonar el lugar, ya que solo había una salida". Atribuyó el suicidio a la megalomanía del 'führer', incapaz de "inclinarse ante el vencedor".

    Según el historiador Oleg Matvéyev, Linge, siguiendo las órdenes de Hitler, entró entonces en la habitación y le disparó en la sien derecha con su propia pistola.

  • Otto Günsche corroboró la escena y participó en la posterior cremación de los cuerpos en el jardín de la Cancillería. Siguiendo instrucciones, vertieron unos 60 litros de gasolina sobre los restos de Hitler y Eva Braun para acelerar la combustión.

De la Cancillería a los laboratorios soviéticos

El 5 de mayo de 1945, grupos de contrainteligencia soviética hallaron los cuerpos carbonizados que serían identificados como Hitler y Braun. Debido a su avanzado estado de incineración, la atención forense se centró en las dentaduras. El informe pericial detectó partículas de vidrio y rastros de cianuro de potasio en la mandíbula atribuida a Hitler.

La pieza clave para la identificación llegó cuando el técnico dental Fritz Echtmann y la asistente Kattie Heusermann —colaboradores del odontólogo personal de Hitler, Hugo Blaschke— describieron minuciosamente, sin ver los restos, la disposición de los trabajos protésicos. Solo después compararon sus esquemas con los fragmentos y los reconocieron "inequívocamente" como pertenecientes al dictador y a Eva Braun.

Décadas más tarde, el antropólogo forense francés Philippe Charlier analizó la misma mandíbula y confirmó el suicidio por envenenamiento con cianuro: su examen coincidió plenamente con las radiografías tomadas en vida.

Destino final de los cuerpos

Rusia conserva la mandíbula y parte del cráneo de Hitler como documentos históricos, no como trofeos. En 1970, los demás restos del 'führer', Eva Braun y la familia Goebbels fueron exhumados, incinerados y arrojados a un río, cumpliendo con la política soviética que buscaba impedir que se convirtieran en reliquias para la extrema derecha.

Una conclusión sin fisuras

Las radiografías que coinciden al milímetro, las confesiones de los testigos más cercanos, la evidencia dental corroborada por especialistas y la documentación desclasificada convergen en un mismo punto: Adolf Hitler se quitó la vida el 30 de abril de 1945. Lo que queda de sus restos descansa ahora en los archivadores del Servicio Federal de Seguridad. En ellos, Moscú atesora esta reliquia macabra como la prueba definitiva de que el mito de la fuga del líder nazi carece de cimientos.

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